| | | | |

Nuevos ámbitos de comunidad

Luchar para limitar la esfera económica no es, para el hombre común en los márgenes o para la mayoría de la gente en la tierra, una reacción mecánica a la invasión económica de sus vidas. No son ludditas. Más bien, ven su resistencia como una forma de reconstituir creativamente sus formas básicas de interacción social, a fin de liberarse de las cadenas económicas. Han creado así, en sus vecindades, pueblos y barrios, nuevos ámbitos de comunidad que les permiten vivir en sus propios términos.

En estos nuevos ámbitos de comunidad, existen formas de interacción social que surgieron en la era de la posguerra. Estos grupos son los herederos de una diversificada colección de ámbitos de comunidad, de comunidades e incluso de culturas completas, que fueron destruidos por la forma económica, industrial, de interacción social. Tras la extinción de sus regímenes de subsistencia, trataron de adoptar diversas formas de acomodamiento a la forma industrial. El hecho de no haberlo logrado, ni a través de la sociedad industrial ni a partir de los remanentes de las formas tradicionales de interacción, fue la precondición de las invenciones sociales cuya consolidación y florecimiento fueron adicionalmente estimulados por la llamada crisis del desarrollo.

Para la gente en los márgenes, desligarse de la lógica económica del mercado o del plan se ha convertido en la condición misma de su supervivencia. Se ven forzados a confinar su interacción económica -para algunos muy frecuente e intensa- a los campos que están fuera de los espacios en que organizan sus propios modos de vida. Esos espacios fueron su refugio durante la era del desarrollo. Tras experimentar lo que significa la supervivencia en la sociedad económica, recuentan ahora las bendiciones que encontraron en tales refugios, aunque trabajan activamente para regenerarlos.

Al igualar la educación con la obtención de diplomas, de acuerdo con la definición económica del aprendizaje, carecían de maestros y escuelas. Ahora, al reinsertar el aprendizaje en la cultura, disfrutan la opulencia de enriquecer constantemente su conocimiento, con alguna ayuda de amigos que aportan experiencias y remedios de otras tradiciones.

Tras igualar la salud con la dependencia de servicios médicos, carecían de doctores, centros de salud, hospitales, medicamentos. Ahora, después de reconocer otra vez que sanar no es sino la capacidad autónoma de lidiar con el ambiente, están regenerando su propia capacidad curativa, disfrutando los beneficios de la sabiduría tradicional de sus curanderos y de la rica capacidad terapéutica de sus entornos. Para esto reciben también alguna ayuda de sus amigos, cuando se necesitan medios externos para atender algo que esta fuera de su alcance o de su entorno tradicional.

Después de igualar la comida con las actividades técnicas de producción y consumo, vinculadas a la intermediación del mercado o del estado, carecían de ingresos suficientes y sufrían escasez de alimentos. Ahora, están regenerando y enriqueciendo sus relaciones entre si y con el medio, nutriendo de nuevo sus vidas y sus tierras. Por lo general logran lidiar bien con los faltantes que aún los afectan, a veces muy severamente - como consecuencia del tiempo y esfuerzo que se requieren para remediar los daños causados por el desarrollo o por su incapacidad temporal de escapar de las dañinas interacciones económicas que aun necesitan mantener. No es fácil, por ejemplo, salirse de las cosechas comerciales o liberarse de la adicción al crédito o los insumos industriales; pero el cultivo intercalado, al que muchos han comenzado a regresar, regenera la tierra y la cultura, y con el tiempo permite mejorar la nutrición.

Grupos campesinos y marginales de las ciudades comparten ahora con quienes se han visto obligados a abandonar el centro económico los mil trucos que aprendieron para limitar la economía, burlarse del credo económico, o reformular y refuncionalizar la tecnología moderna. La “crisis” de la década de 1980 expulsó de la nómina a quienes ya habían sido educados en la dependencia de ingresos y del mercado, gente que carecía de una red social que les permitiera sobrevivir por si mismos. El proceso plantea grandes desafíos y tensiones a todos, pero también ofrece una oportunidad creativa de regeneración, una vez que descubren la medida en que pueden apoyarse mutuamente.

La lógica básica de la interacción social dentro de los nuevos ámbitos de comunidad previene que la escasez aparezca en ellos. La gente no adopta fines ilimitados, puesto que sus fines no son sino el otro lado de sus medios, su expresión directa. Si sus medios son limitados, como son, sus fines no pueden ser ilimitados. Dentro de los nuevos ámbitos de comunidad, las necesidades se definen con verbos que describen actividades que encarnan deseos, destrezas e interacciones con otros y con el medio. Las necesidades no están separadas en diversas “esferas” de la realidad: carencias y expectativas de un lado, y satisfactores del otro, que se reúnen a través del mercado o del plan.

Una de las más interesantes facetas de la regeneración en curso en los nuevos ámbitos de comunidad que están creando hombres y mujeres ordinarios es precisamente la recuperación de su propia definición de necesidades, desmantelada por el desarrollo en la percepción y en la práctica. Al fortalecer formas de interacción insertas en el tejido social y al romper el principio económico del intercambio de equivalentes, están recuperando sus formas autónomas de vivir. Al reinstalar o regenerar formas de comercio que operan fuera de las reglas del mercado o del plan, están enriqueciendo sus vidas cotidianas y limitando el impacto y el alcance de las operaciones comerciales que aun necesitan mantener, al tiempo que reducen la transformación de su tiempo y de los frutos de su esfuerzo en mercancías.

El actor principal de la economía, el hombre económico, no encuentra respuestas factibles para lidiar con la “crisis” del desarrollo, y frecuentemente reacciona con desolación, agotamiento, incluso desesperación. Constantemente cae en el juego político de demandas y promesas, o en el juego económico de intercambiar el presente por el futuro, las esperanzas por expectativas. En contraste, el actor principal de los nuevos ámbitos de comunidad, el hombre común o comunitario, disuelve o previene la escasez, en sus esfuerzos imaginativos para lidiar con sus predicamentos. Sólo necesita libertad en sus espacios y limitado apoyo a sus iniciativas. Puede mezclarlas y combinarlas en coaliciones políticas, cada vez más capaces de reorientar las políticas y cambiar los estilos políticos. Apoyada en recientes experiencias, la nueva conciencia que surge de los márgenes puede despertar a otros, ampliando esas coaliciones hasta el punto critico en que comienza a ser factible una inversión del dominio económico.

La economía de los economistas no es sino un juego de reglas con el que se gobiernan las sociedades modernas. Los hombres y las sociedades no son económicos, aun después de haber creado instituciones y formas de interacción de naturaleza económica, aun después de haber instituido la economía. Y esas reglas económicas se derivan de la escasez crónica de la sociedad moderna. Lejos de ser la ley de hierro de cualquier sociedad humana, la escasez es un accidente histórico: tuvo un principio y puede tener un fin. Ha llegado el tiempo de su fin. Este es el tiempo de los márgenes, del hombre común o comunitario.

A pesar de la economía, el hombre común, en los márgenes, ha sido capaz de mantener viva otra lógica, otro juego de reglas. En contraste con la economía, esta lógica se halla inserta en el tejido social. Ha llegado el tiempo de confinar la economía a su lugar adecuado: en el margen. Como los marginales han hecho.

0 comentarios:

Publicar un comentario